Si Miguel
Delibes escribió durante el siglo pasado sus “Santos Inocentes” para señalar
una denuncia moral contra el latifundio, la injusticia social y las
consecuencias que tiene sobre la vida de los individuos, yo, pensando en quiénes
pueden ser los santos inocentes de hoy, creo que los jubilados griegos no están
tan lejos de aquellos campesinos que sufrieron tantas humillaciones por parte
de sus amos.
Claro que aquí
hay una diferencia. Los amos no son los ricos pertenecientes a un grupo social
alto. Es la crisis que se inició en 2008 y llevó poco a poco a la crisis
bancaria, al desempleo, a la reducción de ingresos, etc., que afectaron
enormemente a la clase media y baja. Si queremos añadir la corrupción política,
el deterioro de la productividad, los recortes que han contribuido al
agravamiento de la crisis, nos damos cuenta de que estamos viviendo en un mundo
donde aumentó la pobreza, los robos, la criminalidad y la emigración forzosa
especialmente de los jóvenes.
Volviendo
a los jubilados, yo intentaré expresar sólo mis pensamientos. Las personas de
una edad avanzada, los que trabajaron honestamente durante años para asegurar
su vejez, la injusticia se levanta delante de sus ojos como si fueran
ciudadanos de segunda. Las escenas de protestas y el maltrato de los jubilados
que se oponen a técnicas de infravaloración del nivel de vida, cuando hay otros
que viven siempre en época de prosperidad aun dentro de la crisis, me duelen y
me obligan a reflexionar sobre el porqué de esta separación. ¿Por qué siempre
la clase media tiene que aguantar las olas de las recortes?, ¿por qué no se
toca a las clases altas o a los poseedores, por qué la clase media se convierte
siempre en un rompeolas que debe resistir a todo tipo de golpe?
Vicky, la
respuesta te la doy yo. En este gran latifundio que se llama Grecia ha sido
siempre una costumbre pedir generosidad a los que tienen “poco” mientras que
los potentes siguen viviendo sín molestía, sin temor. Los primeros viven con
recursos estables que no se ocultan. Los otros juegan como les gusta porque
tienen, como decimos, “dientes” y conocen bien los métodos de la disimulación.
A esta injusticia me refiero. A los que como el señorito Iván de Delibes mandan
y a los “inocentes” que van siendo degradados día a día y obligados a un deterioro de vida.
Desafortudamente, mientras siga la falta de conciencia social, el deseo de permanecer en el
poder y la embriaguez del cargo, las desigualdades serán un fenómeno ineludible
con víctimas, que en la mayoría de los casos no son otros que los más débiles e indefensos.
17.11.2016
Vicky
Ververoglou
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