Δευτέρα 18 Ιανουαρίου 2016

Desde entonces nada sería igual…

 Vino enséñame el arte de ver
mi propia historia como si ésta
ya fuera ceniza en la memoria”
J.L.Borges

Desde entonces nada sería igual…
Era una noche estrellada de otoño, una noche de fiesta y todo resplandecía dentro de la gran sala  de la Asociacion Americana. El concierto de guitarra acababa de terminar y el  público  compuesto de músicos y de aficionados  tomaban sus bebidas y charlaban jubilosamente sobre el espectáculo. Ella sola, sentada en un rincón,  celebraba secretamente el día de su santo, aunque su presencia allí tenía otro objetivo. Miraba fijamente la entrada de la sala como si esperara la llegada de alguien. Y de repente él, hermoso, vestido de negro, entró saludando a unos conocidos. El corazón de ella bailaba como loco y pensaba que, con el júbilo que había allí, le extrañaría que  la divisara. Así que se levantó y se dirigió hacia la mesa donde se ofrecían los vasos de vino tinto. Necesitaba beber algo para vencer su timidez y lo embarazoso de la situación. Ni siquiera se dio cuenta de que él la había visto y, clavando su mirada en ella en el momento oportuno, se acercó decisivamente a la mesa en el centro de la sala para saludarla. Era un instante único, eterno, el encuentro de  dos almas gemelas. Se apretaron las manos cortésmente y él le ofreció un vaso. Su voz embriagadora como vino enamorado acariciaba su pelo y ella, feliz a su lado, estaba envuelta en su aurora, en su misterio. Y como en las historias de hadas la sala se tranformó en la antesala de un paraíso. El vino era el gran protagonista aquella noche, avivó sus sentidos e invadió deliciosamente el paladar, dejándolos descubrir un mundo interior,mágico,la verdadera libertad. Sus ojos brillantes cantaban el amor y la alegría. El le hablaba de su próximo viaje a Nueva York, de las cosas que quería hacer y ella tragaba cada una de sus palabras que por fin daban aliento a su propia vida, intentando descifrar el verdadero sentido de aquella conversación.
¡Qué suerte tuvo aquella noche!¡Qué regalo divino encontrarle allí inesperadamente! La sala era como si fuera el mundo entero y el tiempo como si no existiera. Tanta era su felicidad que en sus palabras palpitaba su emoción.
¡Qué distinta es la espera del amor que aguarda impacientemente el momento de un posible encuentro y finalmente como si fuera un  milagro,  a vino veritas, este inicio de la vida, este principio anhelado, el despertar inquieto del amor toma cuerpo.
Desde entonces nada sería igual….sin él.
Atenas 7 -1-2016

Stella

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