Desde
entonces nada sería igual puesto
que el protagonista de hoy, el vino, además de la euforia que produce a sus
consumidores, algunas veces juega el papel de colaborador en situaciones
inconcebibles. Está claro que uno no se puede escapar de su destino, como dice
el refrán, pero este destino muchas veces lo creamos nosotros mismos en
momentos de debilidad, malentendido o imprudencia.
En aquella época lejana, llena de intrigas, corrupción,
maquinaciones, orgías, inconsecuencias y, sobre todo, de placeres carnales, la
vida pasaba con aventuras efímeras. Las tabernas eran caracterizadas como
´´oasis´´ por una gran parte del pueblo ofreciendo espectáculo, danza y vino en
abundancia a los asistentes. Las servidoras eran, por regla general, jovencitas
semidesnudas que pasaban horas incalculables en un ambiente más bien incómodo.
En una de esas tabernitas tuvo lugar un incidente
que pasó a la historia.
El, según los historiadores, era un hombre alto y
guapo. Ella era hija de una bailarina y actriz que siguió desde muy temprana
edad (14 años) el ejemplo de su hermana mayor y trabajó en un burdel. Así se
ganaba la vida mediante una combinación de sus habilidades teatrales y
sexuales.
Un día, él, pidió al tabernero que le sirviera su
copa de vino la bailarina que en aquel momento interpretaba una danza, semidesnuda, en la pista de baile. Su
belleza, sus ojos, su carácter espontáneo y divertido atrajeron su atención y
quiso conocerla en lo profundo del alma. Este primer contacto fue decisivo. Se
repitió muchas veces y terminó siendo una costumbre permanente. Ella empezó a
ejercer una influencia sobre el hombre desconocido, pero encantador, quien, en
la mayoría de los casos, frecuentaba la tabernita disfrazado con capucha, capa
y sandalias que dejaban expuestos algunos dedos sucios. Así una noche después del
vino, de las caricias, etc., se le desató la lengua y, en un instante de
pasión, como si fuera un pecado de
lujuria, él le confesó su identidad. Pronto volvió en sí y la única palabra que
pudo balbucear era ´´ in vino veritas ´´para
recibir inmediatamente la respuesta de ella ´´ in aqua sanitas ´´ por supuesto para señalar los dedos sucios
del disfrazado heredero Justiniano.
La continuación de la historia es conocida. No
tardaron en casarse superando leyes y obstáculos. Teodora cambió de chaqueta
transformándose en una emperatriz que gozó de gran popularidad y poder. Desafortunadamente
murió muy joven, a la edad de 48 (548) dejando en el imperio reformas legales y
espirituales. Reformas que mejoraron la posición y los derechos de las mujeres.
Entre sus leyes destaca la que prohibía
la prostitución forzosa y cerró burdeles que la incumplían. Además, pensando
siempre en su pasado y en su experiencia juvenil , creó un convento llamado ΜΕΤΑΝΟΙΑ, arrepentimiento,
donde las prostitutas podían mantenerse a sí mismas.
Esta es la historia que empezó con vino, amor y
libertinaje, pero que determinó una página de la historia bizantina muy
brillante con una coexistencia acertada y pacífica.
Vicky Ververoglou
12.1.16
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