En este cuadro de Sorolla uno ve a dos niñas
pequeñas, vestidas en combinaciones holgadas de colores claros, en el momento que
están entrando en el mar, para bañarse.
Por lo que visten las niñas uno puede interpretar
que la escena se desarrolla en un tiempo pasado, pero tampoco muy lejano, porque
si este fuera el caso, ni las niñas entrarían en el mar -al menos en la presencia de un mayor-, ni a un pintor se le ocurriría jamás pintarlas, mientras lo hacían. Juzgando
también por la técnica impresionista de la pintura, uno puede decir con certeza
que el tiempo no va más allá de finales del siglo diecinueve. Por la cronología
de la vida del autor, se puede deducir que más probablemente el cuadro data de principios
del siglo veinte.
Las dos niñas son pequeñas. La menor podría tener unos cuatro o cinco añitos,
mientras que su compañera sería unos tres o cuatro años mayor que ella .
Las pequeñas están mirando cuidadosamente sus
pasos, vacilando al entrar en el agua. La mayor le da a la pequeña la mano, con
un gesto protector y atento, mientras que la pequeña la coge con confianza.
Esta relación de protección, por una parte, y de confianza, por la otra, hace
pensar que las dos son hermanas. Probablemente se trata de las dos hijas del propio
pintor, si uno además tiene en cuenta la intimidad y la ternura de la escena.
Esta ternura y esta intimidad se intensifican por la luz abundante y dulce de
las primeras horas de una tarde del verano mediterráneo, y por los colores
claros, en los que predominan los tintes azul y rosado.
Tina Dougalis
11 de noviembre de 2015
11 de noviembre de 2015
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