La reunión de aquella tarde tenía como objetivo la
selección del lugar para pasar las próximas vacaciones. Las preferencias, opiniones
y deseos eran múltiples. Unos querían repetir, por una vez más, el mismo lugar
en el interior del país y otros preferían disfrutar de un viaje por el extranjero. Aunque tenían confianza en mis sugerencias
sentí que mi papel de poner las cosas en orden y satisfacer a todos sería difícil.
Finalmente les expliqué que se acabó lo de ir siempre al mismo lugar. Tenían
que aprovechar para conocer otros lugares non solo para enriquecer sus
conocimientos sino también para aprender cómo vivían y cómo viven otros
pueblos. Entonces les propuse un corto viaje a Egipto, una tierra de contrastes
compuesta por hermosos paisajes desérticos dotados del esplendor que les otorga
el inagotable río Nilo.
El Cairo era nuestra puerta de entrada. Se trata
de una capital que es considerada al mismo tiempo como la mayor ciudad del mundo
árabe. Desde los primeros momentos en esta tierra sentimos el olor del misterio
y de la magia que surgen en la atmósfera. La piel oscura, la larga túnica de
color blanco, el turbante, todo escondido tras una sonrisa interminable de los egipcios
nos dejó entender que nuestra expedición
terminaría con muy buenas impresiones. Es verdad que, a pesar de la pobreza que
se nota en varios aspectos de la vida, los egipcios son bondadosos, sonrientes
y serviciales. Sienten una amistad profunda por los griegos quizás porque
convivieron con una gran comunidad que ayudó verdaderamente al comercio, a las letras y al desarrollo
dejando en su país edificios como escuelas, iglesias, orfanato, hospital, etc.,
etc.
Una vez en el Cairo es obligatorio visitar el
Museo Egipcio con la colección más impresionante de la etapa faraónica en su
interior. Y no sólo esto. Las olas que invadieron la región dejaron los
residuos de sus culturas de modo que los tesoros expuestos en el Museo cuentan con
cientos de imágenes encontradas en templos y tumbas que representan a antiguas
divinidades, momias de la época del Egipto faraónico así como obras de la
cultura grecorromana que le sucedió.
Otros lugares de interés son La Gran Pirámide de
Guiza, considerada la más antigua de las siete maravillas del mundo, la Gran
Esfinge con mirada enigmática, las compras en el famoso Khan el Khalili bazaar
caminando por sus pequeñas callejuelas. Un lugar ideal para los amantes del
regateo que se hace, normalmente, entre una taza de karkande, tipo de té con hojas secas de la planta ibiscus, y el
intento fracasado del tendero para vender sus mercancías a un precio elevado.
Antes de terminar nuestra breve estancia de 4
días, decidimos saborear algo de la vida nocturna del Cairo. Esto significa asistir a una
interpretación de la danza del vientre. En el bar elegido la bailarina se
balanceaba al ritmo de los sonidos de
una danza folclórica con movimientos suaves y fluidos, disociando y coordinando
a la vez las diferentes partes del cuerpo. Los brazos iban a un ritmo diferente
del que iba marcando la cadera. La cadera, el vientre, los músculos abdominales,
los hombros, todo, toda la danza se relacionaba con la vida puesto que los
movimientos ondulatorios simbolizan la tristeza, en cambio los movimientos
rápidos expresan la alegría.
Cuando llegó el momento de despedirnos, los
rostros mostraban mal humor. Todos se sentían absortos en sus pensamientos. No
cabe duda, les hubiera gustado permanecer más si hubiéramos tenido el tiempo y
los recursos para prolongar nuestra estancia. Por eso les prometí, para la próxima visita, organizar un crucero
por las aguas del Nilo que ejerce de columna vertebral de Egipto y presume de
haber enmarcado una de las civilizaciones más espléndidas del mundo antiguo.
Vicky Ververoglou
10.11.2015
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