Παρασκευή 11 Δεκεμβρίου 2015

UN LOBO DE MAR DE HOY



Bondadoso, servicial y siempre dispuesto a ayudar en las tragedias humanas, el capitán Yanniko empezó su contacto con el mar cuando tenía 14 años. Hasta sus 49 lo había explorado hasta sus menores detalles y había saboreado todos los dolores y los placeres del mar, pero siempre estando en su elemento.

Αquel viernes era un día muy difícil para los marineros. El viento soplaba con intensidad, con una fuerza de entre 8 o 9 nudos. Las enormes olas mugían y hacían que los barcos de pesca parecieran cáscaras de nuez. El capitán con rostro decisivo, mirada fija y ojos de hombre habituado a las manías del mar continuaba su pesca de calamares y salmonetes. Tenía una gran familia y las obligaciones no le permitían el lujo de permanecer indeciso en días de marejada.
Así que continuaba su labor con sus siete compañeros para ganarse la vida cuando, de repente, recibió la orden del ministerio de la navegación para acercarse a un sitio con gran ondulación donde se encontraban en peligro algunas personas que se habían caído al mar. Inmediatamente el capitán se dio cuenta de la pura realidad:  los barcos portuarios no podían acercarse. En semejantes condiciones la Guardia Costera le pedía ayuda a él y el capitán, sin pensarlo, ofreció sus servicios cuatro veces salvando a más de doscientas personas del tempestuoso mar.

Sín vacilar en hacer su deber dio órdenes a sus siete compañeros:
- Vamos. Hay que salvar a esos náufragos. Recoged la pesca y toda la
   herramienta. Hoy lograremos mucho más salvando personas.

Acercándose al sitio señalado, los rostros de todos palidecieron. Encontraron el infierno. Vieron la catástrofe directamente a los ojos. 80 almas, entre ellos 20 recién nacidos y niños estaban amontonados en dos barcos de plástico, llenos de agua y a punto de hundirse. Sin perder tiempo, y con destreza, el capitán hizo que su trainera  ´´San Juan´´ se acercara a dichos barcos y gritó en inglés:

- Primero los niños, los niños, después las mujeres y por último los hombres.

Sus compañeros lanzaban los recién nacidos a las manos de los marineros  que estaban a bordo del ´´ San Juan ´´ como si fueran pequeñas pelotas. Una mujer embarazada se había mojado hasta los huesos. Tiritaba como un pez. La cubrieron con una manta. El capitán prestó sus calcetines a una jovencita pensando que él podía resistir, él estaba acostumbrado a estas peripecias pero ella estaba ya amoratada de frío. Un chico había nacido hacía tres días en la costa de Turquía. El más grande de los niños tenía solo 5 años. Madres jóvenes se arrodillaron delante del capitán besándole las manos y las piernas demostrando así su  gratitud por su grandeza de alma y sus sentimientos humanos.

Esta es la historia del capitán Yanniko, el lobo de mar de Chios, quien a sus 49 años se enfurece con los acontecimientos, con la vida, con la guerra y con la política que hicieron que el Egeo, su Egeo, se convirtiera en un mar que huele a muertos.


Vicky Ververoglou


30.11.2015

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